Sobre concursos literarios o de cómo escribir un relato (guion) que ganó

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Hablar sobre cómo escribir un relato ganador o cómo ganar un concurso es materia que dejaré para los que se atrevan a tan escandalosas afirmaciones.

Considero que no se puede enseñar a «ganar» un concurso.

En cambio, sí podría darse que un autor explicara los pasos que ha seguido para escribir determinada obra, la cual, para fortuna del autor, ha sido galardonada con un premio.

Este es el enfoque que seguiré en este artículo.

Es decir, me limitaré a contarte mi experiencia al escribir el guion de cortometraje Don Quijote en Lanzarote, que ganó el reconocido Concurso de guiones Ibértigo 2015: “13a muestra de cine iberoamericano”.

Si lo quieres leer antes de seguir con este artículo, te animo a que te lo descargues y lo leas. Son solo 9 páginas, y totalmente gratis.

Descargar: Don Quijote en Lanzarote

 Aclarado lo anterior, procedamos a lo que te interesa.

 1) Investigar el concurso

Tras presentarme a varios concursos, aprendí que uno puede haber escrito el cuento perfecto, pero si este no se ajusta a las líneas del concurso, no sirve para nada.

Un cuento de Eduardo Galeano servirá para ilustrar lo que trato de decir:

El pastor Miguel Brun me contó que hace algunos años estuvo con los indios del Chaco paraguayo. Él formaba parte de una misión evangelizadora. Los misioneros visitaron a un cacique que tenía prestigio de muy sabio. El cacique, un gordo quieto y callado, escuchó sin pestañear la propaganda religiosa que le leyeron en lengua de los indios. Cuando la lectura terminó, los misioneros se quedaron esperando.

El cacique se tomó su tiempo. Después, opinó:

—Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien.

Y sentenció:

—Pero rasca donde no pica.

Eduardo Galeano

A partir de entonces, solo busco los concursos donde mi estilo «encaje». O dicho de otra manera, busco concursos que piquen y donde yo pueda rascar.

 2) Conocer a los personajes

Una aclaración previa: No tomes estos pasos –del 2 al 6– como una lista de acciones independientes, sino más bien como las hebras de un gran tapiz, donde cada vez que se mueve uno de los hilos, los otros, irremediablemente, se verán afectados.

Así, luego de haber leído bien las bases, me lancé a crear los personajes.

Muchos eruditos dirán que la fuerza de una narración radica en el conflicto. Y tienen razón. Sin conflicto no hay historia.

Ahora bien: ¿Quiénes viven esos conflictos?

Los personajes. Por eso son importantes.

Ya tenía una lista con mis candidatos favoritos cuando, un día, leyendo una revista descubrí que el año 2016 era el 400 Aniversario de la Muerte de Cervantes. Y cómo no, pensé en Don Quijote. «¡Eso es! —me dije—, Don Quijote será mi personaje».

Era una decisión valiente.

Escribir una narración con semejante protagonista no es algo que se deba tomar a la ligera. Era, pues, un arma de doble filo.

Comencé la investigación, tal como si estuviera creando al Quijote «desde cero», por lo que tuve que responderme decenas de preguntas:

¿Qué le motiva? ¿Cómo viste? ¿Cuáles son sus conflictos internos, personales y extrapersonales? ¿Cuál es su pasado?

Sobra decir que tuve que releer el libro.

 3) Definir un lugar

En mi caso, el concurso lo exigía: «tiene que desarrollarse en Canarias».

A veces, los escritores pasan por alto el dónde sucede la historia. «Eso es lo de menos», aseguran algunos. «Pues, en un piso “normal”», dicen otros. Sin embargo, los grandes escritores han sabido aprovechar la localización para transmitir mejor lo que querían expresar.

Por ejemplo, en el cuento de Edgar Allan Poe, El barril de amontillado, el autor hace uso de una cripta para generar esa atmósfera de «encierro y horror» que caracteriza a su relato. ¿Te imaginas qué pasaría si se cuenta la misma historia pero al aire libre? ¿O en un piso «normal»?

Y lo que podía ser una limitación –que la historia se desarrolle en Canarias– se convirtió en una fortaleza. Para eso sirven los límites, para disparar la creatividad.

De esta manera, se me ocurrió que Don Quijote tendría un enorme motivo para ir a Lanzarote: esta vez, en lugar de luchar contra los ya conocidos gigantes (molinos de viento), lucharía contra los gigantes que escupen fuego (volcanes).

4) Estructurar la historia

Debo confesar que tengo una fijación con la escaleta. Para los que no vienen del mundo del cine, una escaleta no es más que una lista; una lista de las acciones más importantes de la historia.

¿Para qué sirve?

Pues, para ver la historia completa incluso antes escribir una sola línea del texto final.

De esta manera, puedes saber si tu argumento es una historia circular, si tiene principio, desarrollo y final (los famosos tres actos), o consta solo de dos actos, si el final es irónico, etc.

Pero sobre todo, si estás escribiendo una historia corta (cortometraje, cuento, etc.), te servirá para verificar lo que Julio Cortázar llamaba la «esfericidad» del relato.

Horacio Quiroga intentó un «decálogo del perfecto cuentista», cuyo mero título vale ya como una guiñada de ojo al lector. Si nueve de los preceptos son considerablemente prescindibles, el último me parece de una lucidez impecable: «Cuenta como si el relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida en el cuento».

La noción de pequeño ambiente da su sentido más hondo al consejo, al definir la forma cerrada del cuento, lo que ya en otra ocasión he llamado su esfericidad; pero a esa noción se suma otra igualmente significativa, la de que el narrador pudo haber sido uno de los personajes, es decir que la situación narrativa en sí debe nacer y darse dentro de la esfera, trabajando del interior hacia el exterior, sin que los límites del relato se vean trazados como quien modela una esfera de arcilla. Dicho de otro modo, el sentimiento de la esfera debe preexistir de alguna manera al acto de escribir el cuento, como si el narrador, sometido por la forma que asume, se moviera implícitamente en ella y la llevara a su extrema tensión, lo que hace precisamente la perfección de la forma esférica.

Julio Cortázar

Buscando esta esfericidad en mi Don Quijote en Lanzarote, confeccioné la escaleta de esta manera:

INTRODUCCIÓN:

  1. Don Quijote y Sancho avanzan por las playas de Lanzarote. Hablan de lo que sucedió en Barcelona. Sancho Panza remarca la locura de Don Quijote.
  2. A la noche, descansan en una playa. Hoguera, cielo estrellado. Don Quijote da muestras de su sabiduría: Las estrellas son mundos y ahí también habitan caballeros y doncellas, reyes y maleantes.

INCIDENTE INCITADOR Y SEGUNDO ACTO:

  1. Mientras Sancho Panza duerme, Don Quijote tiene una experiencia mística. Un ruido le llama y lo guía a una cueva.
  2. En la cueva se produce el encuentro: Don Quijote y Miguel de Cervantes. El personaje encuentra a su creador. Aquí pondré la premisa: ¿Quién crea a quién? El autor crea al personaje o el personaje simplemente se vale del autor para cobrar vida y, luego, le sobrevive.

CLÍMAX Y ACTO FINAL:

  1. En el Clímax, Don Quijote quiere matar a Miguel de Cervantes pero Sancho Panza lo detiene.
    Es entonces cuando descubrimos que todo fue una alucinación de Don Quijote. ¿Parte de su locura?
  2. Al final, Don Quijote decide marcharse de la isla.

Como se puede apreciar, esta historia tiene una estructura clásica (tres actos) e incluye un incidente incitador para pasar al segundo acto y un clímax.

Al principio, es decir antes de llegar a esta escaleta, tenía en mis manos una historia más floja. Don Quijote jamás se encontraba con Miguel de Cervantes y la falta de este conflicto debilitada la historia tremendamente.

No recuerdo cómo llegó a mí la idea de que Don Quijote discutiera con su creador (Cervantes) sobre quién creó a quién. Pero esto dotaba de una nueva dimensión al relato y no dudé en incluirla. Porque en serio:

¿Cómo podrías asegurar que eres tú el que crea a tus personajes y no son ellos los que se aprovechan de ti para pasar a la eternidad?

5) Sobre el punto de vista.

Ahora que ya había elegido los personajes y tenía una lista con las acciones que iban a suceder en la historia, era tiempo de decidir desde dónde contarla. O lo que es lo mismo, saber quién cuenta la historia, quién es el narrador.

En el mundo del guión no hay mucho donde elegir: los guiones se escriben en tercera persona y en presente.

6) Escribir la historia.

Bien, después de todos los pasos anteriores, ahora solo quedaba escribir la historia. Casi nada.

En esta etapa, no solo tenía que describir las acciones (explosionar la escaleta), sino también crear los diálogos.

«Cada oración, cada palabra debe contribuir al relato», me repetía.

Esta, quizás, es la tarea más importante del escritor: saber por qué elige una palabra, por qué descarta un determinado verbo, por qué incluye ciertos diálogos, etc.

Si ves que algo sobra, elimínalo, sin miedo. Esto le veremos en el siguiente punto.

Si conoces el famoso «muéstralo, no lo digas», úsalo. Al menos, yo lo intento. Que lo consiga es otro tema.

Y este principio (regla, consejo o como prefieras llamarlo) se aplica también para los diálogos y se llama : subtexto.

Veámoslo en el siguiente diálogo:

 

DON QUIJOTE

¡Las estrellas ya las había visto yo! Y apuesto mi yelmo

a que no sabéis lo que son.

Sancho responde con un gesto, como diciendo: «ni idea».

DON QUIJOTE

¡Son mundos, Sancho! Mundos… como el nuestro.

SANCHO PANZA (Frustrado)

Sí… como los molinos son gigantes…

Aunque aparentemente se trata de un diálogo sobre las estrellas, el trasfondo es mucho más interesante: la locura de Don Quijote.

Y Sancho Panza no dice: «Estáis loco»; sino que se frustra y hace mención a los molinos.

7) Revisar el guión

No sé cuántas veces revisé el guión.

La lista de los principales errores es larga e imposible de tenerla en la cabeza todo el tiempo (al menos para mí).

Para solventar este problema he creado un librito donde recopilo 36 de los errores más comunes y cómo evitarlos.

Si recién estás comenzando tu carrera de escritor, te recomiendo: 36 cuerdas para mejorar tu escritura y llegar a la cima. O también si eres un escritor con experiencia pero, como yo, necesitas la referencia para no pasar por alto ninguno de estos 36 errores comunes.

En este librito encontrarás, por ejemplo, el famoso «muéstralo, no lo digas», el uso de comas y otros signos de puntuación, algunos consejos para evitar caer en clichés, etc.

Si yo no fuera el autor lo recomendaría con más ahínco, pero me detengo para no quedar como un *****.

Ahora en serio, la revisión es fundamental. Muchas veces, la ansiedad nos puede. Pero si nos tomamos esto con la profesionalidad que requiere el oficio, no deberíamos enviar nuestros escritos sin la debida corrección.

8) Enviar la obra

Una vez revisado, y vuelto a revisar, el guion de cortometraje ya podía proceder al envío. Sin embargo, estuve a punto de cometer un error.

Los guiones de cine se suelen escribir en letra Courier, supongo que por herencia de las antiguas máquinas de escribir.

Al releer las bases, me di con el siguiente requisito: «Constarán de un máximo de 10 páginas, escritos en Times New Roman de cuerpo de letra 12 y doble espacio».

No era nada, cambiar el tipo de letra. Pero por este «detalle» la obra podía ser descalificada y quedar fuera de concurso.

9) Los resultados del concurso

No sé si el miedo a perder es el mismo miedo a no ganar.

Uno pone tantas expectativas en su cuento, guion, obra en general, que si, de pronto, es rechazada nos sentimos igual de rechazados.

Imagina ahora que este rechazo sucede repetidas veces. Una máquina succionadora que drena toda nuestra autoestima.

¿Qué hacer? ¿Cómo superar el desánimo?

Escribiendo más.

Ganar un concurso tiene muchas variables y nada ni nadie puede asegurar que ganemos uno.

Lo único que podemos hacer es escribir más y mejor. Ser escritor no es algo que llega de la noche a la mañana. Es un constante entrenamiento. Con el tiempo, nuestros personajes serán más interesantes, nuestros diálogos más vivos, presentaremos situaciones conflictivas e impactantes y nuestra prosa se volverá elegante y precisa.

Escribe.

Adrian Silisque
Adrian Silisque
Como al resto de los mortales, me encantan las buenas historias. Por eso me dedico a escribirlas.

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