Sobre la longitud de los párrafos. Un cuento.

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El cuento de los tres párrafos

Había una vez un párrafo tan largo que exigía a los lectores un esfuerzo constante para mantener la atención, porque, a pesar de hacer un uso correcto de la puntuación, no había variedad en su estructura y, como una gigantesca cadena montañosa, cada vez que se llegaba al final de una coma, aparecía otra, y otra, y hasta en algún momento se llegó a especular si el susodicho párrafo tenía fin, aunque, por supuesto, nadie se atrevió a hacer públicas sus opiniones.

Qué cómico. Una oración así. Muy larga. Deberían prohibirlas. Concisión ante todo. Eso es universal. Todos lo entienden. La brevedad es querida. Más en estos tiempos. Tiempos acelerados. Comida rápida. Amor sin compromiso. Literatura chatarra. Da igual. Importa la acción. Que no aburra.

Cuando el tercer párrafo vio a sus pares, sonrió. Eran sus amigos. Del primero, le gustaba que era charlatán y, a la vez, expresivo. Pero cuando este se embalaba no había quien lo detenga; y al final, se volvía pesado. Del segundo, le gustaba la agilidad y su capacidad para contar acciones rápidas. Pero en su afán por escapar del aburrimiento, a través de tanta brevedad, el segundo párrafo se había vuelto monótono.

A pesar de sus errores y virtudes, a los tres párrafos les agradaba la presencia de sus amigos y valoraban la armonía con que se relacionaban.

“¿Qué longitud tienen tus oraciones? ¿Varían? ¿Son armoniosas las frases entre sí?

Aquí, no se trata de decir si las oraciones largas son mejores o peores que las cortas. La idea es encontrar qué es lo que funciona para tu historia. No hay reglas. O quizás la hay: que suene bien.

Piensa en la música, en sus melodías y silencios. Existen solo siete notas naturales y, con ellas, los músicos nos transportan a mundos épicos, románticos, clásicos, urbanos… Piensa como un director de orquesta que sabe cuando hay que dar pequeños y delicados golpes de triángulo y cuando se debe lanzar toda la caballería al ritmo de cajas y tambores.

Extracto del libro: 36 cuerdas para mejorar tu escritura y llegar a la cima.

 

Adrian Silisque
Adrian Silisque
Como al resto de los mortales, me encantan las buenas historias. Por eso me dedico a escribirlas.

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